domingo, 11 de abril de 2021

Un poema de "Maestros apócrifos" de Ana Isabel Conejo

 EL MAESTRO DE LA NOSTALGIA


No existen continentes sumergidos.

La corteza granítica es, por definición,

más ligera que el fondo basáltico del mar,

no puede hundirse.

Los años que perdimos no están en ningún lado,

no están bajo el océano de la conciencia, no son

ninguna oscura Atlántida.

Sus tesoros de perlas y oricalco

no pueden rescatarse.


Yo lloraré mil noches habitadas

por ruiseñores de garganta púrpura.

Lloraré mil ausencias de los astros,

lloraré estos mil años sin tus ojos.


Tú y yo no volveremos a encontrarnos.

No podemos. Tú y yo ya no existimos...


ANA ISABEL CONEJO



lunes, 5 de abril de 2021

Un poema de Cristina Peri Rossi


ASOMBRO

"Enséñame", dices, desde tus veintiún años
ávidos, creyendo, todavía, que se puede enseñar alguna cosa

y yo, que pasé de los sesenta
te miro con amor
es decir, con lejanía
(todo amor es amor a las diferencias
al espacio vacío entre dos cuerpos
al espacio vacío entre dos mentes
al horrible presentimiento de no morir de a dos)

te enseño, mansamente, alguna cita de Goethe
(«detente, instante, eres tan bello»)
o de Kafka (una vez hubo, hubo una vez
una sirena que no cantó)



mientras la noche lentamente se desliza hacia el alba
a través de este gran ventanal
que amas tanto
porque sus luces nocturnas
ocultan la ciudad verdadera

y en realidad podríamos estar en cualquier parte
estas luces podrían ser las de New York, avenida
Broadway, las de Berlín, Konstanzerstrasse,
las de Buenos Aires, calle Corrientes

y te oculto la única cosa que verdaderamente sé:
sólo es poeta aquel que siente que la vida no es natural
que es asombro
descubrimiento revelación
que no es normal estar vivo

no es natural tener veintiún años
ni tampoco más de sesenta

no es normal haber caminado a las tres de la mañana
por el puente viejo de Córdoba, España, bajo la luz
amarilla de las farolas,

no es natural el perfume de los naranjos en las plazas
-tres de la mañana-

ni en Oliva ni en Sevilla

lo natural es el asombro

lo natural es la sorpresa

lo natural es vivir como recién llegada

al mundo

a los callejones de Córdoba y sus arcos

a las plazas de París

a la humedad de Barcelona

al museo de muñecas

en el viejo vagón estacionado

en las vías muertas de Berlín.

Lo natural es morirse

sin haber paseado de la mano

por los portales de una ciudad desconocida

ni haber sentido el perfume de los blancos jazmines en flor

a las tres de la mañana,

meridiano de Greenwich

lo natural es que quien haya paseado de la mano

por los portales de una ciudad desconocida

no lo escriba

lo hunda en el ataúd del olvido

La vida brota por todas partes

consanguínea

ebria

bacante exagerada

en noches de pasiones turbias

pero había una fuente que cloqueaba

lánguidamente

y era difícil no sentir que la vida puede ser bella

a veces

como una pausa

como una tregua que la muerte

le concede al goce.

CRISTINA PERI ROSSI



martes, 16 de marzo de 2021

Una, dos y tres (canción de comba). Un poema de "Te robo los recuerdos"

 UNA, DOS Y TRES (CANCIÓN DE COMBA)

 

Una, dos y tres,

que salte la niña

que está en el cordel.

 

Abilia, Luisina,

Ana y Mª Cruz

juegan en la calle

hasta que no hay luz.

 

Una, dos y tres.

 

La primera, Abilia,

deja de saltar

a los quince años.

No vuelve jamás.

 

Luisina, más tarde.

Ya es una mujer.

Un cáncer de pecho

la enreda en la comba

y la hace perder.

 

Una, dos y tres.

 

Mª Cruz aguanta

sólo un poco más.

Juega con ventaja

porque tiene un niño

que la está animando

casi hasta el final,

cuando todos saben

ya que será el cáncer

el que ganará.

 

Una, dos y tres,

que salte la niña

que está en el cordel.

 

Ana ya está sola

en la comba y salta

a veces muy fuerte,

a veces se cansa,

a veces la tiran

pero se levanta.

Y sigue jugando

sin desfallecer.

Con ganas, sin ellas,

sin hambre, con sed.

 

Una, dos y tres

que salte la niña

otra vez.

JULIA CONEJO




martes, 31 de julio de 2018

Un poema de "La célula de oro" de Sharon Olds

ESE MOMENTO

Casi hace demasiado tiempo para recordarlo,
sucedió cuando era una mujer sin hijos,
una persona de verdad, como una figura en pie en el campo,
solitaria, oscura frente a la cosecha tenue.
Los niños estaban allí, eran figuras sombrías
fuera de la valla, indistinguibles como
masas informes y lejanas con rostros en el crepúsculo.
No recuerdo, una vez más,
el momento en que me giré para llevármelos, el talón
que gira en la tierra, aplastando las cabezas de los
tallos de trigo bajo el pie, el
cuerpo que oscila súbitamente alrededor como la
figura plana de una veleta al
girar cuando el viento cambia. No
recuerdo el viaje desde el centro del campo hasta el límite
o el chasquido de la valla como la rotura de las
fronteras del mundo, o mi salida por
completo del campo roturado y el llevármelos
en los brazos como tú te llevarías
las claras y las yemas de los huevos en los brazos cayendo
pegajosas sobre ti, con manchas, limosas,
glaseándote. No puedo recordar ese
instante en el que les entregué mi vida
como alguien que de pronto entregara su vida a Dios
y permanecí con ellos fuera del universo
y después como un dios me di la vuelta y los traje al mundo.

SHARON OLDS

jueves, 26 de julio de 2018

"Nombres que imprimen carácter", un poema de "Te robo los recuerdos"

NOMBRES QUE IMPRIMEN CARÁCTER

Hay un retrato de mi tatarabuela
-Ana Muñiz-
que nos vigila
con esa dignidad en blanco y negro
de las mujeres que se sabían fuertes
y nunca lo olvidaban.
Ni siquiera -o especialmente-
en ese raro instante en que el fotógrafo
la obligaba a distorsionar el rostro
en un gesto artificioso y esforzado.

Ana Muñiz manejaba una tienda,
una casa, varias vidas.
Nunca bajó la guardia.

Mi abuela llevó su nombre
en homenaje a ella.

También mi madre.

Y mi hermana.

Anas todas.
Todas fuertes y grandes en carácter.

Con la misma dignidad,
aunque en color, de su predecesora.

Y yo me llamo Julia.
Julia.

Estoy acostumbrada a repetirlo
porque nadie me oye a la primera.

JULIA CONEJO


viernes, 8 de junio de 2018

Un poema de "Sarajevo" de Izet Sarajlic

TEORÍA DE LA DISTANCIA

La teoría de la distancia la han inventado los estrictos,
aquellos que no quieren arriesgar en nada.

Yo pertenezco a aquellos
que creen que del lunes
se debe hablar el lunes;
es probable que el martes sea demasiado tarde.

Obviamente es difícil estando en la cantina,
mientras caen los proyectiles,
escribir poesía.

La única cosa más difícil es no escribir.

IZET SARAJLIC


miércoles, 30 de mayo de 2018

Un fragmento de "Concierto para violín y cuerpo roto" de Ana Isabel Conejo

SEGUNDO MOVIMIENTO

Despertar de la anestesia no es como despertar del sueño.
Cada mañana la conciencia llama respetuosa
a la puerta, y espera
que lleguen poco a poco los colores, el tacto,
la memoria,
se infiltra
muy dulcemente en la respiración
y empieza a entrelazar, como ella sabe,
el pasado a la trama
del día nuevo.
Despertar de la anestesia no es como despertar del sueño.
Es un martirio de instantánea lucidez.
Llega de golpe.
Llega de golpe la vida y se te mete dentro y no pregunta.
No pregunta si quieres.
Te toma de rehén. Y lo recuerdas todo.
De golpe sabes todo lo que tanto
te has esforzado en no saber.
No quiero.
No quiero estar aquí. Frío en los huesos,
violines bien hundidos en la carne,
y yo no quiero. Cántame una canción de hilanderas,
cuéntame un cuento de brujas.
Engáñame con la ternura y sus bombillas doradas
balanceándose en la noche como en una
verbena onírica. Dime que traerás mantas
para este miedo helado
que me estremece. Engáñame,
tú que me reinventaste tantas veces,
no me sueltes así
en medio de la luz. [...]

ANA ISABEL CONEJO