-Puedo volar- dice la mujer. Se la ve grande y cansada. Fue bella.
-Trapecista. Una genial trapecista- entiende el director del circo.
-No. Yo vuelo. De verdad.
-¿Con cables invisibles? ¿Con un sistema de imanes, como el mago David Copperfield?
-Usted no entiende. Como Superman.
La mujer alza el vuelo y da una vuelta completa alrededor de la carpa.
-Una gran artista. Pero no es este su lugar, señora -el director es sincero y odia tener que rechazar a una gran artista-. Este es un modesto circo de minicuento. Estoy seguro de que tendrá más suerte en una novela de realismo mágico.
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