viernes, 9 de agosto de 2013

Un poema de Eduardo Chirinos

EL DÍA EN QUE PERDIMOS A PLUTÓN


Le seguía en orden a Saturno (el que devoraba
a sus hijos) y a Urano (la bóveda del cielo).
Después de él no había nadie: la canción se
terminaba y otra vez comenzaba el silencio.
Era divertido memorizar planetas. Entonces
eran nueve (ni más ni menos que las musas)
y con un modesto telescopio se podían ver
algunas noches. Pero Plutón era imposible.
Su reino era el Hades. Allí vivía, refunfuñando
en un planeta que nadie se atrevía a visitar.
De niño lo imaginaba gigante y barbudo,
el más celoso e implacable guardián de
los infiernos. Por algo decían que no era
buen tipo. Su luna era Caronte y además
le había hecho esa maldad a Proserpina.
¿Qué era eso de raptarla y dejarnos en la
blanca miseria del invierno? Los astrónomos
son gente vengativa. Su reino duró apenas
unos años, casi los mismos que vivió mi padre.
El día en que perdimos a Plutón las tiendas
abrieron como siempre. Hacía un poco de frío.

EDUARDO CHIRINOS


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