viernes, 7 de febrero de 2014

Un poema de Tres mujeres, de Sylvia Plath

Soy yo misma otra vez, no hay cabos sueltos.
Desangrada, blanca como la cera, no tengo ataduras.
Soy plana y virginal, lo que quiere decir que nada ha sucedido,
nada que no pueda ser borrado, raspado y rasgado, empezado
de nuevo.
Estas ramitas negras ya no piensan en florecer,
ni estas secas, secas alcantarillas, sueñan con la lluvia.
Esta mujer que encuentro en los escaparates -está impecable.

Tan limpia que es transparente, como un espíritu.
Tímidamente superpone su pulcra persona
al infierno de naranjas africanas, de cerdos colgados de las patas.
Está volviendo a la realidad.
Soy yo. Soy yo.
Saboreando la amargura entre mis dientes.
La incalculable maldad de cada día.

SYLVIA PLATH



1 comentario:

  1. Me encanta, directamente al corazón sin pensar, ni desmenuzar su significado.

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